Una nueva historia, un nuevo ciclo, una nueva vida debajo del mar, encerrados entre latas dos hombres intentan defender a su país; con causas justificables o injustificables, esa es su misión, destruir al enemigo.
Un lente que se convierte en los ojos del marinero, con un conjunto de cables y dinamita que les permiten resguardar sus vidas, pareciera que quien lleva el mando no quiere observar su realidad, sus ojos cerrados y labios entre abiertos, muestran todo el estrés ocasionado por elevar un nivel de alerta; sin embargo su grandeza - en el gráfico- lo hace fuerte y a la vez arriesgado para luchar, y junto a este tres palabras que identifican claramente el significado de la guerra: agresión, matanza, cuestiones que se resumen en sed de sangre.
Su compañero, sin poder alcanzar el suelo se siente inseguro y nervioso, sus cabellos se encuentran de punta, y aunque sus manos están presionadas fuertemente sobre el periscopio, él no logra conseguir estabilidad, mucho menos fuerzas para soportar la presión del enfrentamiento.
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